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El trabajo ideal (no perfecto) sí existe

Especialmente en la edad productiva, pasamos más de la mitad del tiempo en el trabajo. Cada día estamos un mínimo de ocho horas concentrados en esa labor, a las que si les sumamos los desplazamientos en medio de tráfico pueden llegar a 12-14 de las 16 horas que, en promedio, estamos despiertos. Y así cada día, durante al menos 35-40 años o más.

Decirlo o leerlo ya produce cansancio. Lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que cada vez más personas reconocen abiertamente que son infelices en el trabajo. Por ejemplo, en Colombia una encuesta realizada en 2021 estableció que el 89 % de los habitantes no son felices. Y eso que, por años, sus habitantes se proclamaron “el país más feliz del mundo”.

En Argentina, mientras, uno de cada cuatro trabajadores (25 %) afirmó preferir estar desempleado que infeliz en un trabajo. La clave parece radicar en que, en especial después de lo vivido durante la pandemia provocada por el COVID-19, las personas entendieron que la vida personal es más relevante que la laboral. El 60 % así lo manifiesta.

Quizás esa sea la razón por la cual en los dos últimos años en Estados Unidos y algunos países de Europa, principalmente, se produjo el fenómeno conocido como la renuncia silenciosa (o quiet quitting, en inglés). ¿Sabes en qué consiste? Básicamente en hacer estrictamente lo necesario dentro del horario establecido, sin hacer nada más.

Es lo que en algunos países de Latinoamérica se conoce como “calentar silla”, una manifestación de la ley del menor esfuerzo. Eso significa no trabajar horas extras, no trabajar en casa fuera del horario laboral, no responder correos ni tomar llamadas de trabajo los fines de semana. ¿La razón? Los trabajadores están cansados y dicen “¡No más!”.

Más dramático todavía fue el fenómeno conocido como “la gran renuncia”, que desde 2021, una vez se liberaron las restricciones impuestas por la pandemia, se tradujo en que al menos seis millones de personas dejaron sus puestos de trabajo. ¡Voluntariamente! Si bien no es posible establecer una razón específica, “agotamiento” es una buena opción

Ahora, ¿por qué somos infelices en el trabajo? O, de otra manera, ¿por qué dedicamos tanto tiempo, un valioso tiempo que nunca vamos a recuperar, en algo que no nos satisface ni hace felices? Las causas son múltiples, la sumatoria de diversos factores, y varían también en función de la industria específica y, por supuesto, del país. Veamos:

1.- El salario. La mayoría de los empleados en el mundo considera que su remuneración es inferior a la deseada o merecida. Esta insatisfacción se traduce en una creciente sensación de no ser valorado ni respetado por la empresa, además de como falta de confianza

2.- La motivación. El dinero, cada vez más, es menos importante, si bien es indispensable. La realización personal, la posibilidad de acceder a oportunidades mejores y, en especial, de aprender, son otros factores que inciden claramente en la motivación en el trabajo

3.- El entorno. Una de las claves. Para nadie es un secreto que son muchas las empresas y negocios en las que trabajar es una aventura complicada por el estrés, la exigencia y, lo más triste, por males como el acoso laboral y sexual y las represalias de los jefes

4.- La identificación. Muchas personas, la mayoría, toma un trabajo simplemente porque necesita el dinero. Con el paso del tiempo, sin embargo, se da cuenta de que no disfruta esa labor, no se identifica con los valores y el propósito de la empresa. Y surge el problema

5.- La contribución. Cada vez son más las personas que dicen que el dinero no es lo principal en el trabajo, sino la posibilidad de contribuir a la sociedad, ser partícipes de la construcción de un mejor mundo. Las nuevas generaciones son más afectadas por esto

Ahora, la pregunta del millón: ¿es posible ser felices en el trabajo? O, ¿por qué hay personas que sí son felices en el trabajo? La dificultad para encontrar una respuesta es ponernos de acuerdo en ¿qué es felicidad? Porque cada uno tiene una definición propia, del mismo modo que sucede con el éxito o el amor. Sin embargo, hay algunas claves.

Sin embargo, ¡es posible! Te revelamos algunas claves:

1.- El propósito. Procura asegurarte de que las personas que contratas se postularon no por la intención de ejercer un cargo o recibir un salario, sino porque ese trabajo está conectado con sus principios y valores y, en especial, con su propósito de vida. Solo así les será fácil mantenerse motivadas, proactiva, abiertas al aprendizaje y a la convivencia.

2.- El equilibrio. Promueve en tus empleados la búsqueda de un equilibrio entre la vida personal y la laboral. Que no sea una competencia, sino un complemento. Que el trabajo no se convierta en un obstáculo para su felicidad personal y familiar, para realizar sus sueños más allá de este ámbito. Respeta sus tiempos y valora su compromiso.

3.- El crecimiento. No solo en lo laboral, sino en lo personal. Bríndale oportunidades para que se capacite, profundice sus conocimientos, adquiere nuevos afines y desarrolle las habilidades requeridas para pasar al siguiente nivel. Reconoce sus logros, prémialo por sus resultados y, si no alcanza la medida esperada, apóyalo y dale otras herramientas.

4.- Las metas. Una de las principales razones de la infelicidad en el ámbito laboral es no saber qué se espera de ti. Trabajas y trabajas, pero no te dicen si vas bien o qué hace falta para alcanzar los objetivos. Metas claras, con reglas de juego claras, son un factor crucial para que los trabajadores se mantengan no solo motivados, sino también, enfocados.

5.- La comunicación. Es uno de los valores olvidados en las empresas y deja la impresión de falta de transparencia, algo que genera malestar y mal ambiente laboral. Debe ser fluida, directa, clara y, sobre todo, positiva y propositiva. Fundamental que haya una adecuada retroalimentación, uno de los ingredientes indispensables de la motivación.

Ahora, la pregunta del billón: ¿existe el trabajo ideal

La respuesta es SÍ, pero con una salvedad: no confundas ideal con perfecto. Porque es muy probable que ya sepas que nada (ni nadie) es perfecto en esta vida. Además, lo que es perfecto para ti quizás no lo sea para tu pareja, o tu hermano o tu amigo. Sin embargo, es posible establecer unas características que encajen en la idea que cada uno tiene. Veamos:

1.- Conexión. Ese trabajo ideal debe estar conectado con tus valores y principios, con tus dones y talentos y la labor que realices debe apasionarte. De lo contrario, más temprano que tarde perderás la motivación, te estancarás, te frustrarás y ese trabajo se convertirá en un suplicio. “Haz lo que amas y nunca tendrás que trabajar un solo día de tu vida”, dijo Confucio.

2.- Oportunidades. Si bien el modelo de ‘hacer carrera’ en una empresa, al estilo del siglo XX, ya fue revaluado, es importante que ese trabajo que desempeñes te dé la posibilidad de acceder a nuevas oportunidades. Capacitaciones, entrenamientos, viajes, ascensos y otros estímulos similares son parte de este componente. Si no te mueves, te estancas.

3.- Crecimiento. Tanto en lo personal como en lo profesional. Deben ir de la mano porque son complementarios, porque en el momento en que haya divorcio entre estos dos ámbitos se va a reflejar también en tu vida por fuera del trabajo. La clave es que tengas un plan, que aquello que aprendes te fortalezca, te ayude a construir tu mejor versión.

4.- Reconocimiento. Sí, claro, todos queremos, y necesitamos, ser reconocidos. Más en el ámbito laboral, debido a las presiones, a las responsabilidades y a las frustraciones a las que estamos sometidos. El trabajo ideal debe incorporar estímulos (no solo económicos), retos que te exijan y la libertad suficiente para disfrutar de otras facetas de la vida.

5. Propósito. La menciono de última, pero, sin duda, es la primera, la más importante. Si el trabajo que realizas no está conectado con tu propósito de vida, algún día lo lamentarás. Mi consejo es que entiendas que lo que la vida te dio (dones, talento, conocimiento) son herramientas para ponerlas al servicio de otros y contribuir a construir un mundo mejor.

Ahora, es importante que seas consciente de que no siempre (casi nunca) vas a hallar un trabajo en el que se den todas las condiciones ideales. Entonces, tendrás que priorizar, saber cuál es el factor determinante para ti en ese momento de tu vida, de tu carrera. Y debes entender, también, que la dinámica del mundo laboral del siglo XXI es el cambio.

Es decir, no puedes aferrarte a un trabajo simplemente porque te pagan bien o porque ostentas un cargo importante. Pensar de esa manera solo te llevará a instalarte en una plácida zona de confort en la que se apagará la llama de la pasión y en algún momento te aburrirás, te sentirás estancado y frustrado. Si ya no estás a gusto, ¡muévete, cambia!

Recuerda: el trabajo es una actividad que ocupa la mayor parte de nuestros días (al menos, de 5 de los 7 de la semana) durante 35-40 años o más. No puedes dedicar tanto tiempo, quizás más de la mitad de tu vida, a algo que no te hace feliz, que no te permite construir tu mejor versión o transitar por un camino que te impida dejar un legado.
La vida es tan valiosa y, además, demasiado corta, así que nuestra misión es encontrar la forma de disfrutarla, de vivirla intensamente y, sobre todo, de aprovecharla. La clave de mi felicidad radica en que logré que mi vida personal y la laboral se complementen, se nutran y sean el suelo fértil para sembrar la semilla de mi legado con las bendiciones que recibo.

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