Nelson Mandela, Barack Obama, Margaret Thatcher, Mahatma Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta, Winston Churchill, Frida Kahlo, Abraham Lincoln, Martin Luther King, Marie Curie o Malala Yousafzai son personas unidas por un vínculo: su liderazgo. A su manera, cada uno en su profesión o trabajo, marcaron la historia y, lo mejor, dejaron un gran legado.
Son personas que vivieron en épocas diferentes, que se desempeñaron en ámbitos distintos y, sin embargo, serán recordados por siempre. Con su obra, con su trabajo, con su mensaje, inspiraron a otros, lograron cambios significativos para la humanidad y, lo mejor, se convirtieron en un modelo digno de imitar. Genial, ¿cierto? Lo que todos soñamos.
La mayoría de ellos, además, ocupó cargos importantes en los que estaban investidos de poder. Y esa, quizás, es la razón por la cual generalmente asumimos que un líder es aquel que tiene autoridad. El CEO de una compañía, el entrenador de un equipo deportivo, el presidente de un país, el jefe de una colectividad política o el alcalde de una ciudad.
La verdad es que algunos de ellos pueden llegar a ser líderes, pero no lo son en virtud de su posición o investidura. Este, aunque no lo parezca, es un detalle importante. ¿Por qué? Porque derriba la teoría de que el liderazgo está atado a un cargo, autoridad o posición, más allá de que la gente o los medios de comunicación insistan en llamarlos líderes.
Ahora, entonces, ¿qué es un líder? Podríamos definirlo como la persona que ha desarrollado una serie de habilidades que le permiten ejercer influencia sobre otros, guiarlos y conducirlos a la consecución de un objetivo común. Como ves, es una definición amplia que encierra un mensaje poderoso: cualquier persona puede ser un líder.
Por otro lado, una pregunta que muchos se hacen: ¿un líder nace o se hace? Todos los seres humanos, absolutamente todos, nacemos con lo necesario para ser líderes. La cuestión es que cada uno presenta características distintas, talentos que otros no tienen o reciben estímulos de su entorno que les ayudan a lograr sus metas.
Por ejemplo, de la lista mencionada antes, Abraham Lincoln y Barack Obama fueron presidentes de los Estados Unidos. Sin embargo, comandaron este bello país en épocas diferentes y en circunstancias muy distintas. Esos son detalles que enriquecen y que le dan colorido a su historia particular, mientras que su capacidad de liderazgo los identifica.
En otras palabras, cualquier persona nace con los ingredientes necesarios para ser un líder, pero deberá desarrollar las habilidades necesarias y ponerlas en práctica. Porque, y esto es algo que muchos no reconocen, un líder no es una persona perfecta. ¡Nadie lo es! Son seres humanos que están un par de escalones arriba del resto por lo que saben lo que hacen.
No es que si lees un libro, o diez, ya eres un líder: así no funciona. Tampoco es que un día despiertas y dices “Voy a ser un líder” y te conviertes en uno automáticamente. Si, es un aprendizaje teórico (porque hay mucha literatura sobre el tema, que ha sido investigado hasta la saciedad) y práctico: definir tu mensaje, tu estrategia, tu objetivo, tu método.
En ese sentido, el líder se hace. Claro, a partir de las cualidades y fortalezas que la vida le brindó y de trabajar en suplir las carencias y en minimizar las debilidades. Además, se inspira en el ejemplo de otros líderes con los que se identifica y adapta a su personalidad aquellos elementos o virtudes que siente contribuyen a ser un líder de mayor impacto.
El líder no se impone, ni se autoproclama: lo designan los demás, lo eligen aquellos que se sienten identificados con su mensaje e inspirados por su ejemplo. Así mismo, no se llega a ser líder de la noche a la mañana: se trata de un proceso de aprendizaje y práctica que, no sobra decirlo, jamás termina. Porque un líder, sobre todo, es un eterno aprendiz.
El sicólogo Daniel Goleman, estelar autor de varios libros como La inteligencia emocional, Liderazgo, Inteligencia social o Emociones destructivas, establece seis tipos de liderazgo. ¿Sabes cuáles son? Coercitivo o autoritario, democrático, afiliativo, timonel, visionario u orientativo y coach. Importante: no son categorías exclusivas, sino complementarias.
¿Eso qué quiere decir? Que una persona puede reunir características propias de uno o más tipos de liderazgo. Es como armar un rompecabezas, solo que tomas piezas de modelos distintos. Por supuesto, siempre hay un tipo preponderante, el más notorio, aquel por el que esa persona se identificará, mientras que los demás serán secundarios. Veamos:
1.- Liderazgo coercitivo o autoritario. Se basa en la disciplina. ¿Ejemplo? El ejército. Aquel valor prima sobre cualquier otro y, por eso, las instrucciones que se imparten son cortas, precisas y específicas. Utiliza el modelo premio/castigo en función de las acciones y de los logros obtenidos. Por lo general, son líderes que infunden poco respeto y sí mucho temor.
2.- Liderazgo democrático. La premisa es sencilla: las decisiones se toman de común acuerdo entre los involucrados. Es, por decirlo de alguna manera, la otra cada de la moneda del liderazgo autoritario. Es característico de grupos multidisciplinares y útil en la medida en que conseguir acuerdos no signifique resignar valores que son importantes.
3.- Liderazgo afiliativo. Se basa en la creación de lazos afiliativos y/o afectivos entre los miembros del grupo o comunidad. ¿Un ejemplo? Un coach, un sacerdote o pastor, el entrenador de un equipo deportivo. El objetivo primario de este tipo de liderazgo es crear un ambiente sano, un entorno agradable. ¿Las claves? El sentido de pertenencia y la lealtad.
4.- Liderazgo visionario u orientativo. ¿Recuerdas a Mandela, Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta o Malala? Ellos pertenecen a esta categoría. Poseen un mensaje poderoso y saben cómo transmitirlo, especialmente a través de la inspiración, del ejemplo. Es, quizás, el tipo de liderazgo más demandado en la actualidad en el ámbito laboral: el líder positivo.
5.- Liderazgo coach. Sin duda, el que más ha evolucionado y crecido en las últimas décadas. Se basa en ayudar a otros a descubrir, potenciar y aprovechar sus fortalezas, virtudes y posibilidades. Implica, también, reconocer las dificultades y carencias, que, si no se trabajan, pueden convertirse en un obstáculo en el proceso de desarrollo de la persona o grupo.
6.- Liderazgo timonel. También podríamos llamar el inspirador, porque su mejor arma es el ejemplo. Es el capitán del barco que no tiene problema en tomar un remo y contribuir a la consecución del objetivo. El problema con este tipo de liderazgo es que pueden fijarse objetivos muy exigentes en procura de la excelencia, por lo que se pierde la conexión.
¿Te identificas con alguno en particular? ¿Con más de uno? La condición de líder, quizás ya lo notaste, está estrechamente relacionada con el autoconocimiento. Una persona que no tenga pleno conocimiento de sí misma y control de sus acciones y emociones no puede ser un líder. Esa es la razón por la cual todos podemos ser líderes, pero no todos somos líderes.
¿Qué se necesita para ser un líder? No hay un libreto perfecto, un guion que se pueda aplicar a todo el mundo. Este es uno de los temas relacionados con el comportamiento del ser humano más estudiados y difundidos de la historia, así que hay múltiples visiones y posiciones. Sin embargo, te comparto lo que la teoría y la práctica me enseñaron:
1.- Autenticidad. De esta cualidad surge la capacidad para inspirar a otros. Nadie quiere seguir a un impostor, así que no cometas el error de tratar de ser “como otro”. Ser único es el mayor poder que la vida te concedió: aprovéchalo. Y no lo olvides: no tienes que ser perfecto, así que no te fijes expectativas que en el camino se transformen en obstáculos
2.- Conocimiento. Ya sabemos que todos los seres humanos nacemos con los ingredientes necesarios para ser líderes. Sin embargo, por sí mismos esos factores no te bastarán. Es necesario complementarlos con el conocimiento que te permita potenciar tus dones y talentos, desarrollar habilidades, transmitir tu mensaje e inspirar a otras personas
3.- Compromiso. Ser líder es una oportunidad que la vida te brinda, un privilegio. Y solo puedes honrarlo si en verdad estás comprometido con ese propósito de vida, con esa misión que te fue encomendada. Igualmente, se requiere empatía y capacidad para trabajar en equipo. Y, por supuesto, la clave del éxito: el líder enseña con el ejemplo
4.- Escucha activa. Los líderes que marcan para bien la vida de otros no son los que más hablan, sino los que saben escuchar y luego procesan esa información y la retornan a su grupo o comunidad enriquecida. Escuchar con atención, además, es una poderosa muestra de respeto que derriba barreras. Y algo más: quien más escucha, más aprende
5.- Colaboración. Nadie, absolutamente nadie, es líder sin un grupo o comunidad que se identifique con sus principios y valores, que comparta su propósito de vida. Tampoco se espera que el líder se las sepa todas, domine todos los temas, tenga todas las respuestas. Un buen líder es aquel que va unos pasos por delante del resto y sabe cómo guiarlos
6.- Generoso. Si la vida te concedió el privilegio de aprender, de viajar, de adquirir vasto conocimiento fue para que lo compartas con otros. Si lo guardas solo para ti, se perderá, carecerá de valor. La generosidad es uno de los valores mejor apreciados del líder porque está estrechamente relacionado con otra cualidad que poco abunda: la humildad
7.- Apasionado. Ser líder es un estilo de vida, una visión de la vida. No es un trabajo o un oficio, sino un privilegio. La pasión es una poderosa herramienta que te permite contagiar a otros, conseguir que el mensaje que transmite esté investido de poder transformador. La pasión, además, te da la posibilidad de establecer estrechos y sólidos vínculos afectivos
8.- Maestro. Principalmente, a través del ejemplo, de la coherencia de sus acciones, de que estas no contradigan su prédica. Un claro ejemplo de esto fue la Madre Teresa de Calcuta, que se apalancó en la sabiduría de la vida, la humildad, la sencillez y la vocación de servicio y logró impactar de modo positivo la vida de miles de personas en el mundo
9.- Confiable. Parece obvio, pero no lo es. Una de las condiciones sine qua non para ser un líder es poseer la capacidad para establecer lazos a través de la confianza y la credibilidad. Confianza que surge del respeto, la empatía, la autenticidad y el genuino deseo de ayudar sin recibir nada a cambio. Recuerda: solo podrás inspirar a otros si eres un líder confiable
10.- Humano. Por supuesto. Que significa ser empático, sensible a las necesidades de otros, a sus carencias y miedos. Un líder humano es aquel capaz de conmoverse de manera genuina con el dolor de los débiles y, así mismo, de alegrarse de los triunfos de los demás, inclusive, de sus detractores. La recompensa para el líder humano es la eternidad